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martes, 23 de octubre de 2012

Metodos de tortura de la Santa inquisicion

Métodos de tortura empleados La Inquisición fue un tribunal eclesiástico establecido en Europa durante la Edad Media para castigar los delitos contra la fe. Sus víctimas eran las brujas, los homosexuales, los blasfemos, los herejes (cristianos que niegan algunos de los dogmas de su religión) y los acusados de judaizar en secreto. Los acusados eran interrogados, a veces mediante torturas, y ejecutados si se les encontraba culpables, requisándose sus bienes. Ubicándose en el contexto de la época cabe aclarar que las torturas eran efectuadas también en los tribunales civiles, lo cual era algo aceptado socialmente en los tiempos de la Inquisición. La Iglesia Católica adoptó el método de la tortura (lo cual era socialmente aceptada civilmente en el contexto de la época) solo en casos excepcionales. El procedimiento inquisitorial se regulaba minuciosamente en las prácticas de interrogación. No todos los métodos de tortura aceptados civilmente eran aceptados por la Iglesia Católica y para que un acusado fuese enviado a tortura, debía ser perseguido por un crimen muy grave y el tribunal debía tener también serias sospechas de su culpabilidad. El obispo local tenía que dar su permiso, el cual protegía al acusado de un celo abusivo o de un inquisidor con mala fama. El interrogatorio no podía ser repetido, las instrucciones también estipulaban la presencia de un representante del obispo y de un médico durante la sesión de tortura, había prohibición de poner en peligro la vida del acusado y de mutilarlo, y la obligación del médico era proporcionar cuidados inmediatamente después de la sesión. Los enfermos, los ancianos y las mujeres embarazadas gozaban de ser exentos al interrogatorio bajo tortura. Aún más, la tortura raramente era empleada: de acuerdo a Jean Dumont corresponde sólo entre el 1 y 2% de los procesados. A pesar del uso de la tortura, el procedimiento inquisitorial representa un avance en la historia de la legislación. Por un lado, definitivamente descartó el uso de la ordalía como medio de obtención de pruebas, reemplazándola por el principio de prueba testimonial, el cual todavía tiene vigencia en las legislaciones de la actualidad. Por otro lado, se restablece el principio del Estado como fiscal o parte acusadora. Hasta ese tiempo, era la víctima la que tenía que demostrar la culpabilidad de su agresor, incluso en los procedimientos criminales más graves, esto frecuentemente era muy difícil cuando la víctima era débil y el criminal poderoso. Pero en la Inquisición la víctima no es más que un simple testigo, tal y como sucede en la actualidad. Era la autoridad eclesiástica quien ahora tenía sobre sí la carga de la prueba. La pena de muerte constituyó menos del 1% de las sentencias pronunciadas por la Inquisición. La mayor parte del tiempo los herejes fueron condenados a portar una cruz en sus ropajes, a realizar peregrinaciones, a servir en Tierra Santa o sufrir flagelación, la cual era meramente simbólica. Algunas veces el tribunal confiscaba sus bienes o los encarcelaba. Las prisiones de la Inquisición no fueron tan terribles como se dice, éstas debieron ser más cómodas que las prisiones comunes, ya que los criminales del orden común admitían haber cometido herejías con el fin de ser transferidos a éstas. Nótese también que aquellos quienes fueron condenados a muerte no siempre fueron ejecutados, sus sentencias algunas veces fueron conmutadas por prisión y sólo fueron quemados en efigie o estatua. Más aún, a los condenados no necesariamente se les quemaba vivos, si mostraban algún arrepentimiento eran sofocados antes de ser arrojados a la pira. Recuérdese también que sólo los reincidentes eran sentenciados a muerte, es decir aquellos quienes habiendo abjurado previamente recaían en su herejía.

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