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domingo, 14 de octubre de 2012
Fortificaciones bunker con trincheras en cala Son Saura , Menorca
En el año 2009, cuando las “vacas empezaban a ser flacas”, se decía que las instituciones de Menorca prevían recuperar las trincheras y los bunkers de la Guerra Civil de 1936-1939
CALA SON SAURA
Y es que es un patrimonio arquitectónico y paisajístico que no debería abandonarse más de lo que ya está. Porque el plan organizativo de defensa militar de las costas de Menorca (sobre todo las occidentales) en 1936, no por obvio y lógico deja de ser altamente meritorio. Y en gran parte se debió a las disposiciones del teniente coronel del arma de Artillería, José Brandaris de la Cuesta (JBC), llegado a la isla poco después de los hechos revolucionarios del verano de 1936.
Con JBC se retomó y se desplegó el orden legislativo republicano, y se frenó cualquier aventura e intentos de justicia social revolucionaria (p.e. el despliegue del repartimiento de tierras -entonces todavía en una especie de enfiteusis medieval- entre el campesinado, y la colectivización de las industrias).
De hecho, el teniente coronel Brandaris de la Cuesta (que había nacido en Puerto Rico), tuvo en Menorca las funciones de delegado del Gobierno de la República Española hasta febrero del 1939 en que pasó a Cataluña. Por sus méritos organizativos de la defensa de Menorca y en los trabajos de su fortificación (sobre todo, en la disposición y aprovisionamiento de las baterías de costa, así como en la construcción de refugios antiaéreos para los civiles), el 14 de noviembre de 1936 ascendió a coronel, y el 11 de Diciembre de 1938 ascendió a general.
Participó luego en la defensa (más bien retirada organizada) de Cataluña por parte del Ejército del Este republicano, de manera que el 24 de enero de 1939 sustituyó al general Riquelme como comandante en jefe de la zona interior de Cataluña. El 28 de febrero, pasó la frontera y se exilió en Francia.
Sin embargo, conviene saber -de la mano de historiadores como Antoni Pons Melià, Deseado Mercadal, y Andreu Murillo- que se puede afirmar con verosimilitud que en 1937 el Estado Mayor (EM) en Madrid del Ejército de la República (el coronel-general Vicente Rojo, en particular, y consecuentemente “a sus órdenes” el teniente coronel Brandaris), no estimaban para Menorca más que en un 40% el máximo de soldados leales a la II República Española de entre la guarnición defensiva de la isla de 3.000 hombres; y que de entre una población de unos 45.000 habitantes isleños, no pasaría del 20 % los dispuestos a defender la isla -decidida y republicanamente- de una invasión militar franquista.
EN LA CALA SON SAURA ,ME ENCONTRE CON DOS FORTIFICACIONES UNA A CADA LADO DE LA CALA
Si a eso se añade la escasez que en la isla había en 1938 de munición, carne, harina, café, azúcar, medicinas, etc…, la capacidad de resistencia de la isla ante una hipotética invasión del Ejército de Franco, no sería, probablemente, “para hacer la ola”, como ahora se dice.
¿Por qué, entonces, la isla no fue invadida por los llamados “nacionales”? La respuesta debe ser múltiple, si se considera que además de la importancia persuasiva de la fortificación de la isla, se daba la capacidad disuasoria de los 6 cañones “Vickers” del 38,1 instalados hacia oriente y direccionables hacia occidente, protegiendo, sobre todo, Mahón y La Mola; y si se considera también la inutilidad de Menorca en el marco de la “estrategia del carnero”, que desplegó el EM de Franco y sus generales, puesto que tenían a la ciudad de Madrid como principal objetivo a “cornear”, o sea a conquistar.
Añádase a ello la sinergia de problemas que una ocupación invasiva de Menorca -y un desgaste de recursos militares- tendría en los EM de Italia y Alemania que ayudaban a Franco y a sus generales, y el malestar que ello podría crear en en las cancillerías de Gran Bretaña y Francia, antiguas poseedoras de la isla como una colonia de sus imperios
No obstante, en mi opinión, el coronel de artillería republicano, José Brandaris de la Cuesta merece que, por ejemplo, la magnífica vista que se ve desde el búnker de levante de la playa y arenal de Sant Tomàs (Menorca), justo al acometer el camino de subida hacia la playa de Talis, se denomine, por ejemplo, “Perspectiva Brandaris”.
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